¿Te gustaría tener alojamiento en Dublín por nueve mil años? ¿Crees que es algo imposible? Bueno, hoy en día puede ser que sí, pero en 1759 existió un tal Arthur Guinness que lo hizo. Si el nombre te suena familiar, quizás es porque este hombre fue el pionero de la cerveza irlandesa más vendida en el mundo.
Con tan solo 34 años, Arthur Guinness firmó el contrato para alquilar por nueve mil años la fábrica de cerveza St. James’s Gate, ubicada en el corazón de la ciudad de Dublín y abandonada por ese entonces. Al cabo de diez años, el negocio ya había prosperado lo suficiente para comenzar a exportar la producción y, como resultado de esto, elevar la posición económica de la familia Guinness en la sociedad irlandesa.
El sabor único que la caracteriza se debe a varios motivos, pero uno de los más importantes es la manera de servirla. La clave está en dejarla reposar alrededor de un minuto para que el sabor se asiente y se pueda crear la cremosa espuma en el borde del vaso. Su distintiva apariencia inspiró a otro trago llamado Baby Guinness que, contrario a lo que muchos creen, no cuenta con la cerveza como uno de sus ingredientes sino que está compuesto por un licor de café y otro de crema, como el Baileys.
Un dato interesante de la marca que no se puede pasar por alto es el logo, el cual consiste en la firma de Arthur, un arpa y la palabra Guinness. Dado que el arpa también es el emblema oficial de la República de Irlanda, el gobierno irlandés se vio obligado a girar la imagen para poder diferenciarla del símbolo cervecero.
Con el paso de los años, la fábrica se fue modernizando y así se convirtió en una de las destilerías tecnológicamente más avanzadas del mundo. Actualmente, las puertas están abiertas al público para realizar un recorrido en el cual se puede apreciar cómo se produce la mejor cerveza de la historia y, al mismo tiempo, aprender a servirla. Como si fuera poco, al final del tour no podes dejar de disfrutar de la vista panorámica de la ciudad de Dublín desde el famoso Gravity Bar.
